El ritmo de vida frenético que hasta hace unos días llevábamos la mayoría de nosotros, había hecho que lo ordinario (estar con la familia, disfrutar de los hijos, cuidarles y educarles nosotros mismos mayoritariamente, cocinar a fuego lento, sin prisas, etc.) se convirtiese en extraordinario: aprovechemos para darle la vuelta a la situación y recuperemos todo eso que hemos ido dejando de lado, o en segundo plano, durante tanto tiempo.
Aprovecha estos días: acércate a tus hijos, obsérvales, charla con ellos, escúchales, aprovecha para conocerles más. Para ello es importante que les muestres interés, que escuches sin juzgar, que escuches mucho y hables poco -que casi siempre lo hacemos al revés-, que les trates como a un igual, que empatices con ellos, etc. Disfrútales, juega con ellos, tírate al suelo si ellos lo hacen, escucha su música, habla su idioma.
Que de esta experiencia les quede una huella positiva e inolvidable: que os unió, os acercó, os hizo más familia. Y, tal vez, cuando salgamos de esto, busquéis la manera de mantenerlo.
Recuerda: si tienes hijos, aprovecha para acercarte a ellos: muéstrales interés, escucha su música, juega a sus juegos. (De paso, aprovecha para ser un poco niño otra vez).
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