Estos días somos muchos los que tratamos de dar mensajes positivos y animar a aquellos que lo necesitan. Si bien, hay diversas realidades y, por desgracia, en algunas de ellas no cabe el estar animado o el ver esta situación de manera positiva.
Cuando te invaden el miedo o la tristeza, cuando has enfermado o lo ha hecho un ser querido, cuando este maldito virus te ha arrebatado a una persona querida sin aviso ni despedida, no hay mensaje de ánimo que valga. Sin embargo, aun así, el hacernos presentes puede reconfortar mínimamente. Por eso, aunque haya llamadas muy duras, silencios difíciles, lágrimas contenidas, pena, rabia o ira que dificulten una llamada o un mensaje de cariño: no dejes de hacerlo. Acércate más que nunca a aquellos que estos días están sufriendo el dolor de la enfermedad, de la pérdida, del duelo por una muerte inesperada, solitaria y fría.
Ármate de valor y llama o escribe a esa persona que sabes está sufriendo. Porque si además de su dolor se siente sola, será aún más difícil de sobrellevar. Que nuestros corazones se llenen de amor y esperanza, que nos ayuden a acercarnos a quiénes nos necesitan. Que el no saber qué decir, no nos pare. Porque dejar de llamar por no tener las palabras adecuadas nos convierte en el centro de algo que no nos corresponde. En estos momentos no hay palabras adecuadas, pero hay palabras de cariño, hay abrazos virtuales, hay voces que sonríen, hay llamadas que iluminan una habitación oscura. Estos días, no lo dudes, hazte presente.

RECUERDA: Hazte  presente  en  el dolor  del  otro:  aunque haya  llamadas  duras, silencios  difíciles,  lágrimas contenidas, pena, rabia  o  ira, no  dejes  de  llamar  o mandar  ese  mensaje  que  te  gustaría  recibir.

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