Es probable que estos días se te junten muchas emociones, se mezclen entre ellas e incluso se te hagan bola. Es natural porque nunca antes nos habíamos visto en una situación como esta.

Sin embargo, es importante recordar que casi nunca sentimos emociones puras durante un tiempo prolongado; solemos sentir emociones mezcladas unas con otras, como los ingredientes de una receta: un poco de esto, una pizca de lo otro, un chorro de aquello. Cuando estamos felices, a veces, a la vez, estamos nerviosos, inseguros o melancólicos (como cuando vamos a empezar en ese trabajo nuevo que tanto nos ilusiona, pero a la vez dudamos de si estamos preparados y además sabemos que vamos a echar de menos el trabajo anterior y a los antiguos compañeros).

Por eso es importante que puedas identificar tus emociones. Que las mires directamente y les vayas poniendo nombre. Identificarlas es un primer paso para poder gestionarlas.

No dudes en hablar con otras personas de cómo te sientes: decir ciertas cosas en voz alta ayuda a ponerlas en su lugar, y compartir con otros muchas veces tiene un poder mágico: compartir lo bueno, muchas veces, lo hace un poco más grande; y compartir lo malo a veces lo hace un poco más pequeño.

Una vez que consigas hacer esto, el siguiente paso sería intentar racionalizar las emociones. Algo que veremos dentro de unos días. 

Mientras tanto, recuerda, identifica tus emociones y exprésalas, te sentirás mejor.

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