Algunas veces, la fuente de ansiedad o miedo de otras personas, somos nosotros. Con afán de compartir y de mantener a nuestro entorno informado, con la mejor de las intenciones, muchas veces compartimos información sin contrastar: esa que de buena fe nos pasan otras personas y que procede de una fuente supuestamente muy fiable: ese primo del hermano del compañero de trabajo de alguien.
Haz memoria y mira a ver cuántas veces esa fuente tan fiable es alguien que conoces directamente y es una información que te ha dado a ti directamente. Difícil encontrar esa vez, porque siempre hay al menos un intermediario, un alguien que nos dice que él lo sabe de buena tinta
Recuerda, comparte poca información y siempre oficial o directamente contrastada por ti. La sobreinformación no ayuda, por el contrario, aumenta el miedo y la angustia.
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